Aún así, mi madre cosió un trajecito en tonos tostados, en lino, de camisa y pantalón, que con unos calcetines de perlé y los galeses de verano en tono azul celeste (de la zapatería Chavaliños, en O Barco de Valdeorras, de su otra abuela), complementaban perfectamente. El pantalón y la camisa llevaban vivos en zig-zag en varios puntos, para unir visualmente las prendas, independientemente de que ambos linos, el de rayas de la camisa y el básico del pantalón, se habían confeccionado para complementarse en algún conjunto como el que cosió mamá.
Fue una sorpresa probárselo al niño y ver que le estaba perfecto. Ni un centímetro demás, ni un centímetro de menos. Cuando el abuelo vió a Germán, dijo:
-¡Olé! ¡Pero qué niño más guapo y qué elegante! - Aunque lo de que es un niño guapo, lo dice amenudo.
Su abuela Remedios, contestó:
-Pero Rodrigo es más guapo -Aunque lo de que Rodrigo es más guapo, lo dice amenudo.
Yo añadí
-Es igual de guapo, porque es igualito, igualito que cuando Rodrigo era pequeño.
Lo que no se pudo discutir es que estaba muy elegante. Muy, muy elegante...
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